lunes, octubre 09, 2017

Cataluña o cómo una democracia disfuncional puede afectar a la convivencia de los países: Carta de despedida a Cataluña (III)



Te debo una disculpa, Cataluña. Os debemos una disculpa amigos y amigas catalanes. Que hayamos llegado a este punto en nuestra relación como conciudadanos no es agradable. Un gobierno ultra-nacionalista católico ha obrado el milagro: volver a dar voz a una feudalista España al grito de “a por ellos”, y que afortunadamente vivía reprimida desde la transición. Únicamente se dejaba ver cada 4 años en las elecciones generales con la cuantía de los votos dirigidos a la organización política para delinquir llamada PP. Ese reducto del pasado, representado por menos del 20% del país, ha conseguido reventar las normas de convivencia. Ayer se vio (de nuevo) la cara de estos cavernícolas en las manifestaciones: por un lado, teníamos una marcha carente de símbolos dañinos, con un color blanco aséptico mayoritario y pancartas aclamando al diálogo (columna izquierda en la imagen). Por otro, fuimos testigos del primitivismo español: los cavernícolas se tiñeron de rojo y amarillo al ritmo de “que viva España” o “yo soy español” (columna derecha en la imagen). Si es que, el fútbol ha hecho mucho mal a este país… ¿A quién en su santo juicio, en un periodo de confrontación tan intenso donde la bandera es precisamente lo que nos divide, se le ocurre ondearla por millares en pos de una supuesta solución al conflicto? Mi respuesta: a aquellos que únicamente gozan de un pensamiento cavernario, orgullosos de un estado represivo, y que apoyan la violencia como única forma de persuasión. Éstos últimos no nos representan, ya que no eres más español por pintarte los colores o llevar bufandas con la marca España. Simplemente, esa actitud te convierte en un hooligan sin perspectiva. Desgraciadamente han sido ellos los que han monopolizado la polarización y, por ello, he de pedirte disculpas, Cataluña: no pude hacerme oír antes y, conmigo, ninguno de los que piensan como yo en un tema tan importante. Voy a tomar prestado una de las citas que nos legó Ernesto Guevara de la Serna en sus notas de viaje: “Quiero recalcar algo más un poco al margen del tema de este brindis, aunque lo exiguo de nuestras personalidades nos impide ser voceros de su causa; creemos, y después de este viaje más firmemente que antes, que la división de América en nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia. Constituimos una sola raza mestiza, que desde México hasta el estrecho de Magallanes presenta notables similitudes etnográficas. Por eso, tratando de quitarme toda carga de provincialismo exiguo, brindo por Perú y por toda América unida”. Yo brindo por España, Cataluña y por toda Europa unida.

 
Marea blanca (columna izquierda) y manifestación pro unidad de España (columna derecha). Fotos tomadas de elcorreo.com digital, eluniversal.com y diariodepontevedra.com.

En cualquier caso, la situación se ha enquistado demasiado y probablemente la mejor solución es que nos despidamos. Sinceramente, no creo que se vaya a dar ese diálogo entre los dirigentes actuales y, posiblemente, la mejor salida es la independencia. Pero por favor, no nos lo tengáis en cuenta. Que sólo un pequeño grupo de este extraño país ibérico no cuente con neuronas útiles, no quiere decir que seamos todos iguales. Os hago desde aquí un llamamiento a la concordia desde un contexto diferente: el de dos países únicos en su ser, pero hermanados por siglos de convivencia conjunta. España le debe mucho a Cataluña como nación y por ello seguiremos siendo un poquito de vosotros, sea cual sea nuestro futuro independiente. Mientras al fascismo en Europa le costara una simple marcha militar o unas elecciones para llegar al poder, en España se necesitaron años de una lucha cruenta para su victoria. Y ustedes, queridos amigos y amigas catalanes, tienen gran responsabilidad en ello y por eso representan los valores hispanos como ninguno. 


Desde aquí, me despido: hasta siempre hermanos.

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