jueves, mayo 26, 2016

El perturbado mundo de la ciencia


   Una mañana cualquiera de hace unos cuantos años un servidor leyó su tesis doctoral. A pesar de ser el beneficiario de una beca FPU de 4 años, 6 duró el proceso. La triste situación laboral española hizo que “disfrutara” de una precariedad inverosímil en otros países, dentro de los cuales se sucedieron incluso varios cambios de laboratorio, numerosos problemas contractuales (intentos de mobbing) y diversos directores de tesis. No fue precisamente una tesis cómoda, pero en cualquier caso, llegó a buen término. Y como buen documento científico que se precie, existe una parte de agradecimientos que yo alargué en su titular con un “y Reflexiones”. Reflexiones, porque creí y sigo creyendo que debía constatar en algún lugar las dificultades que muchos otros en mi situación también habrán experimentado y, desgraciadamente, seguirán haciéndolo. A continuación paso a transcribir literalmente mi primera página de dicha sección:

   “Lo que bien empieza, bien acaba”. Si tuviéramos que demostrar el paradigma de este dicho popular desde luego no lo sería con el desarrollo de esta tesis doctoral. En este apartado, dentro del cual me puedo tomar la libertad de escribir lo que siento sin estar sujeto a correcciones ni revisiones, me encuentro en la obligación de hacer una reflexión de lo que han sido estos casi 6 años. Varios cambios de laboratorio, numerosas decepciones personales y profesionales, para llegar al fin a este nirvana científico que supone la consecución del trabajo que ahora toma forma. Efectivamente muchas han sido las personas que se han empeñado en apartarme de mi carrera profesional con la bata y las pipetas. Sin conseguirlo claro está. Por la educación que mi familia me ha brindado y por las pequeñas o grandes cosas que he aprendido de la gente que me ha rodeado, he llegado al punto de caracterizarme por un tesón extremo cuando se trata de obtener lo que verdaderamente quiero. Y precisamente esta era una de esas cosas: la tesis doctoral. De nada han servido las amenazas, los intentos de extorsión y los numerosos ejemplos de abuso de poder que pudiera narrar a todo aquel que se interesara por ello. De nada han resultado las reuniones imprevistas y tramposas que déspotas desequilibrados intentaron en su momento. A toda esta gente de escaso valor tanto personal como moral, decirles que lo único que me hacéis sentir es pena y tristeza. Pena y tristeza porque todo vuestro hacer se explica desde una perspectiva de fracasos y traumas acumulados, bien sea desde la niñez o bien sea desde la imposibilidad de conseguir vuestros anhelos ya en la edad adulta. Freud lo plantearía como un claro prototipo de frustración sexual, mientras la psicología moderna lo definiría como “trastorno maníaco-depresivo”. Pena y tristeza desde el momento en que vuestras acciones, más propias del clásico personaje perturbado de las películas de suspense, no hace sino engrandecer vuestra decadencia como personas. Porque ante todo, en este mundo hay que ser persona, un hecho que se olvida con extrema facilidad. (…)” 

   Directo y agresivo, no lo dudo, pero honesto y sincero. Tomé la precaución de omitir nombres. Una ausencia de personalización que, aun teniendo multitud de razones para haberlo hecho, me hubiera podido acarrear algún que otro problemilla. A continuación se sucedieron otras 9 páginas de agradecimientos a todos aquellos que sí facilitaron mi labor. Este dato es importante para ver el equilibrio entre crítica y regocijo que manejé en el documento. 

   Así llegó el día de la defensa. Mi presentación duró poco menos de 50 minutos y comenzó el turno de preguntas más triste de cuantos recuerdo. Algo así como lo que le pasa al sujeto político “Podemos”, cuando todos los otros partidos se van a hacer campaña in situ a Venezuela. Ni que recordar tiene que el paripé del acto de la defensa requiere de unos jueces mayoritariamente favorables a tus devenires (amigos básicamente) … y eso era precisamente lo que pensé en su momento (para ser justos, decir que únicamente el miembro del tribunal que venía de Zaragoza actuó con cortesía). Todos comenzaron con un protocolario discurso acerca del magnífico trabajo realizado para después, de 200 páginas que contiene el documento escrito, focalizarse casi exclusivamente en la primera. Con patéticos vómitos verbales del tipo “primero forma parte del mundo científico y luego lo criticas” (como si un estudiante de doctorado no lo fuera ya), “pensé que lo decías por nosotros y me quedé un poco así…” (es decir, si lo dices por otros, está bien), “sé que ha habido problemas, pero esto no es de recibo” (¿sí lo es todo por lo que se ha tenido que pasar?), … y otros muchos sin sentidos a cada cual más irrisorio. Sí, lo reconozco. Soy un bocazas, ignorante y bla bla bla… pero, ¿hablamos de ciencia? El corporativismo huele demasiado mal por sí mismo en casi todos los ámbitos. Por ello, opté por no caer en la provocación e ignoré cada uno de los comentarios a ese respecto, aunque no dejo de cuestionarme qué es lo que esconden, defienden y/o protegen. 

   Las preguntas meramente científicas, por supuesto, quedaron en un segundo plano. Afortunadamente uno de esos “amigos” del tribunal se le ocurrió encabezonarse y no conceder el calificativo “Qum Laude” al sobresaliente. Fuera ya de las apreciaciones que se pueden hacer del hecho de haber sido una tesis de 9 publicaciones (3 en el momento de la lectura), entre las que se encuentra un artículo en PLoS One, que dos comisiones supuestamente independientes ya le habían dado el visto bueno, y que el 99,9 % de las tesis españolas se llevan ese calificativo, es muy interesante no haberlo obtenido. Precisamente marcas la tesis como un objeto extraño y puede dar pie a posteriori a que ciertas personas (más del número de lectores potenciales promedio que una tesis genera) la lean, y por tanto, también lean la página endemoniada. Obtuve algo así como una campaña gratuita de marketing en la que, una vez más, esas personas fracasadas y traumadas demostraron su inoperancia mental. Querían aleccionar para coartar futuras aventuras crítico-literarias, y lo que consiguieron fue el efecto contrario: promocionaron unas ideas críticas. No os quepa la menor duda que mucha gente de aquí y de allá me preguntó al respecto y me pidió el documento. Yo, gentilmente se lo di y les describí los detalles. Igualmente, no puedo dejar de decir que en absoluto ha afectado todo ello en el devenir de los acontecimientos profesionales propios. Por el contrario, han provocado un orgullo mayor si cabe en el que escribe junto con una carrera científica interesante. Con ello, animo a que más gente, independientemente del ambiente en el que se mueva, hable y discuta. Exponga sus inquietudes y críticas sin miedo. Si al final, en tu empresa no aceptan una actitud honesta, significa que ese no es ni tu sitio ni el de nadie. Ahora bien, comprensiblemente alguien me podrá decir que de ese sueldo dependen absolutamente sus ingresos. Como los míos y mi tesis en aquel momento… Si perpetuamos una actitud de servilismo ciego, un crítico está abocado al fracaso y a la desaparición. Sin embargo, varios cientos de miles pueden hacer una presión abismal sobre maltratadores y corruptos (suelen ir ambas características de la mano). Sólo nos tenemos que fijar en la situación política española actual y ver qué nervioso está el statu quo de la aparición de los partidos emergentes. Por ello, también políticamente no dejo de cuestionarme de nuevo qué es lo que esconden, defienden y/o protegen.