miércoles, junio 10, 2015

País de sordos, País de mudos



Efectivamente si algo caracteriza a España, es el ser un país que escuchar no escucha mucho y responder a lo que se pregunta (primera norma de respeto de todo buen Cristiano que se precie) no es moda. Bueno, exceptuando las altas esferas gubernamentales de los últimos años, donde el señor De Guindos y el señor Rajoy sólo escuchan a Ángela y asienten sin réplica. Por lo demás, se pueden esbozar múltiples situaciones para deleitarnos. Ante la rogativa al señor Montoro de la lista de los acogidos a la amnistía fiscal, la gestión de don José Luis reaparece de forma “ytumasista”. Cuando a nuestra Esperanza de todos los Madriles se le comenta que los granados están en flor, aparece un “tú eres ETA”. O cuando los televisores de plasma se publicitan en las ruedas de prensa del gobierno y... bueno, no hay escucha ni por supuesto respuesta del interlocutor. Vamos, que al final, la evolución darwiniana tiene el capricho de que la raza humana que habita en la Península Ibérica carezca de cuerdas vocales y tímpano.

En cualquier caso, lo peor de todo es que sindecir ni escuchar, echamos nuestro papelito en una urna y ¡uy! La mayoría absoluta más grande de toda la historia. O como el pasado día 24 de mayo, por el que la gaviota sigue sobrevolando nuestras comunidades y ayuntamientos a pesar de contar sólo con un ala. Incluso, sus compañeros de fatigas de la rosa aún mantienen un par de pétalos. Por mucho que se trate de justificar mediante la dificultad de acceso a la información por la carestía tecnológica digital existente en pueblos de la España profunda, o por la ausencia de más partidos en el espectro ideológico de la derecha (aceptando el marco político anglosajón), es inexplicable la cantidad de votos que unas organizaciones/mafias tan dañinas hoy para el pueblo español han conseguido en las pasadas elecciones. Al parecer, van a tener razón aquellos que decían que en política no sirve decir la verdad únicamente. No sirve demostrar con datos que el empleo no se ha creado, sino que se ha fragmentado. Es inútil repetir hasta la saciedad que se prometieron 3,5 millones de trabajos nuevos en una legislatura y 4 años después nos encontramos con 300.000 parados más según las últimas Encuestas de Población Activa. Es un gasto de saliva inútil gritar a los cuatro vientos que según el INE, la pobreza en España ha subido del 24% en 2008 al 28% en 2013 y el de pobreza severa del 3,5% en 2007 al 6,4% de la población total en 2012, mientras que los pobrecitos rescatados bancos vuelven a declarar millones de euros en beneficios. Mención aparte tienen los Gurtel, Bárcenas, caso ERE y Púnica... Pero bueno, no sé por qué me extraño si, sabiendo que el 1% de las personas más ricas de nuestro querido país posee tanto como el 70% de la población, todos los fines de semana nos sentamos delante de la televisión a seguir manteniendo los sueldos multimillonarios de unos jovencitos corriendo delante de un balón. Éstos son sólo unos pocos datos que están a disposición de cualquiera pero, de nuevo, el empirismo es una fe. Comienzo por lo tanto a plantearme seriamente que la capacidad intelectual o la madurez cognitiva de una parte importante de los españoles se encuentra bajo sospecha, siendo bastante sutil. No hay que ser demasiado inteligente para reconocer de manera simplista que, en los últimos años, el país ha entrado en una quiebra técnica sin precedentes afectando negativamente al nivel de vida de las personas, y que Partido Popular y Partido Socialista han sido los responsables de manejar las riendas. Por lo tanto, a la vista de los acontecimientos y dentro de una lógica demócratica sana, lo más lógico sería decir: “no voy a votar a ninguno de ellos”. Pero no. Más de un 50% de inconscientes votantes eligen a estas formaciones políticas, y seguro que dentro de unos pocos días estarán despotricando contra los mismos dirigentes que ellos mismos han elegido. No hay más que ver la esperpéntica situación de 2012, cuando se convocó una huelga general sólo 4 meses después de haber concedido una mayoría absoluta sin parangón al Partido Popular. No sin razón, pero bochornoso en cualquier caso.

Aceptémoslo. Esa es la marca España. País de sol, playa y corrupción porque su gente, y sólo su gente, así lo quiso. Dejémonos de tonterías del tipo “manzanas podridas hay en todas partes” y comencemos a reconocer la co-responsabilidad intrínseca y esencial del votante en la incrustación de la corrupción en nuestras instituciones. A pesar de que todo el mundo lo sabe y la todología encuentra en ello su apogeo, se sigue eligiendo a politicuchos sin moral alguna perpetuando un sistema gubernamental degenerado. En definitiva, un país de sordos y un país de mudos, aunque... ¡qué guapas están las infantas!