martes, junio 14, 2016

Unidos Podemos es parte de la solución


   Vivimos tiempos apasionantes desde un punto de vista político. Apenas dos años después de que Podemos irrumpiera en la escena política europea, estamos afrontando como mínimo un escenario de “sorpasso” al PSOE en España. ¿Quién se iba a imaginar que algo así pudiera ocurrir? Más aun teniendo en cuenta la situación de inoperancia motivacional de la política en el gran público por aquel entonces. Pero aún más. No hablamos solo de 3 sino de 4 partidos que copan a groso modo el espectro político antaño monopolizado por un par de aparatos electoralistas, cuya única cualidad era la de saber cómo ganar elecciones. Todo ello, se empezó a gestar tras el 15 de Mayo del 2011 y se ha visto acelerado en el último bienio. Guau… A veces perdemos la perspectiva de lo extraordinario de la situación. Y aunque a muchos le pese, todo ese mérito reside en el partido de Pablo Iglesias, que supo diagnosticar la herida de la representatividad y agrandó la pústula hasta desangrar la carcoma de las sucesivas cauterizaciones. Tanto espacio generó que incluso el partido Ciudadanos pudo encontrar aposento.

   Entre tanto, muchos de los izquierdistas más progresistas (aquellos que ya no se creen el ilusionismo del PSOE), fuera de disfrutar del excelso momento donde después de mucho tiempo las políticas sociales podrían volver a copar un terreno parlamentario prominente, se han lanzado sistemática y penosamente a la yugular del terremoto podemita. Lo más curioso de todo, es que gran parte de las críticas se pueden resumir de la siguiente manera: “No han hecho esta cosa concreta que yo propongo y, por lo tanto, me salgo de su corriente echando pestes de ellos”. Frente a ello, yo tengo una cuestión muy clara: hay demasiados egos sueltos que desearían o matarían por estar en la posición de los Errejón, Garzón, Iglesias y compañía. De otra manera no se entiende. Se puede discutir de los aspectos menos buenos de Unidos Podemos, como su viraje socialdemócrata desde posiciones más extremas (con el que, dicho sea de paso, estoy de acuerdo en el contexto actual), de su descuido de los círculos, de su discurso de contenido complejo para ciertas capas populares, …  pero lo que no es de recibo es que, después de 4 años tan terribles como los que ha habido en España, tengamos tanto fuego “amigo” a discreción. Alguno dirá que no va a aceptar lo menos malo como solución al problema socio-político-cultural que se vive al sur de los Pirineos. Otros dicen que Podemos era antes una opción rupturista y ahora es estadista, acoplado a las instituciones tradicionales. Puede ser. A esa gente, en cualquier caso, le invitaría que se diera una vuelta por el IKEA:

   
  • Renta mínima y suministros básicos garantizados. 
  • Tasa Tobin.
  • Transición energética en el que las energías renovables vuelvan a ocupar un papel principal, junto con una nueva fiscalidad medioambiental.
  • Modelo territorial en el que se reconocen suficientemente las singularidades
  • Incremento del control fiscal para evitar la sistemática evasión de impuestos (lucha contra los paraísos fiscales), junto con una mayor progresividad de los mismos (incluido el IVA).
  • Establecimiento de un impuesto denominado de “solidaridad” a los beneficios de aquellas entidades rescatadas con el dinero del Estado y hasta que se reponga la cuantía total del rescate.
  • Despolitización de la justicia.
  • Derogación de las dos últimas reformas laborales.
  • Ley electoral más proporcional (incluyendo una circunscripción única para los desplazados en el extranjero).
  • Impuesto global progresivo sobre las grandes fortunas.
  • Reestructuración de la deuda soberana.
  • Oposición al TTIP.
  • Prohibición de los embargos en primeras y únicas viviendas.
  • Re-indexación de las pensiones al IPC.
  • Iniciativas populares parlamentarias: derecho a veto, revocatorios de cargos públicos, consulta, procesos deliberativos y propuestas legislativas.


   Y así podría seguir con otra batería de medidas tan importantes (o más, según preguntes) como las anteriores, que se ven intensamente reforzadas con la incorporación de revocatorios por incumplimiento de dicho programa. ¿Podría haber más? No lo dudo. ¿Que el programa es muy bueno? Tampoco lo dudo. Por lo tanto, no entiendo que alguien sea capaz de analizar todos esos puntos y no ver que se obtiene con ello un sociedad infinitamente más justa que la que actualmente se sufre. Es más, muchos de ellos colocarían a la población española dentro de una élite de libertad, fraternidad e igualdad. Por ello, no me queda claro el por qué esas posiciones críticas dejan de ver lo tremendamente adecuadas que son y dan más peso a las ausencias, optando finalmente por una abstención. Quizá ese ha sido el único problema del gobierno del PP. No tanto su ideario, que está más que meridianamente claro. Realmente el problema reside en que la mayoría absoluta de la anterior legislatura la ha provocado esa izquierda egocéntrica, cargada de imaginarios caducos y símbolos otrora revolucionarios. Ahora no se trata del Ché vs Lenin o Marx. No estamos discutiendo si Simón Bolívar representa un “role model” más adecuado que Salvador Allende. Ahora se trata de deponer a aquellos que se sirven ilícitamente de un poder emanado del pueblo y que lo dirigen expresa e ilícitamente contra él con “diurnidad” y alevosía. Una clara lucha vertical a partir de la cual se establezca un marco referencial que, por un lado, los políticos por venir tengan más difícil repetir una situación parecida, y por otro, se recupere un estado social adecuado en el que la gente simplemente pueda vivir. Eso, aunque le pese a una parte de la población, es lo que propone Unidos Podemos.

   Por lo tanto, hago desde aquí un llamamiento a la coherencia (paradójicamente me estoy pareciendo ahora a Rajoy en el discurso) y a que votemos a una fuerza nueva, llena de interrogantes pero también de certezas, cuyo foco se centra en y se compone por la gente y no por Bruselas/grandes fortunas. Posiblemente, se enfrenten dificultades insalvables derivadas de la coyuntura económica que impidan aplicar algunas (si no muchas) de las propuestas. Pero con que sólo unas pocas salgan adelante mejoraremos ostensiblemente la depresión sociopática a la que han sometido artificialmente a la población española. ¿Se atreve usted, señor lector, a formar parte de un cambio histórico?