viernes, marzo 28, 2014

El empirismo es una fe

          Resulta realmente sorprendente lo mucho que se llegan a utilizar ciertos argumentos irracionales cuando lo que se pretende es conferir un carácter de certeza a asuntos de dudosa veracidad (por definirlos de manera suave).

           Por un lado, si analizamos la manera de proceder de estas ideologías, se puede observar una metodología de acción bastante recurrente. Inicialmente hacen un sofrito de palabras técnicas, incomprensibles para aquellos que no posean un mínimo de formación científica, seguidos por una crema de conclusiones ampliamente esperanzadoras si se consume su producto (o si te adscribes a su ideario, más bien). Si una vez que lo sacas del horno, le recubres con una capita de conspiración, inventando unos supuestos demonios que sólo dedican su tiempo a impedir que la supuesta revelación del inspirado se dé a conocer a la opinión pública, tienes un suculento y adictivo preparado, a través del cual muchas mentes mediocres son capaces de saborear una vida entera. Si la cosa se quedara aquí, no tendría más relevancia que una desgraciada manifestación del librepensamiento. El problema llega cuando estos iniciados se creen profetas y comienzan a divulgar sus barbaridades mentales. Como ilustres especímenes del “Club de Iluminados Siglo XXI” se pueden resaltar al aparente naturalista Josep Pamies, organizaciones del tipo Green Peace o el banco Triodos, entre otros muchos. Es más, se pasan el día buceando entre publicaciones científicas, tratando de encontrar pruebas de que lo que ellos dicen que es “LA VERDAD” con mayúsculas, ignorando más o menos deliberadamente el otro 90% de carga experimental en su contra. Para mayor gravedad del asunto, cuando alguien con un poco de sentido común les rebate racionalmente su chiringuito, suelen utilizar la falacia ad hominem, implorando a unas supuestas conspiraciones corporativas y concluyendo con frases del tipo “es inútil razonar con ellos”… Es decir, aquel que te ha dado razones empíricas y demostrables de la incoherencia es el que resulta (¡oh, sorpresa!) tachado de extremista y de tener una fe ciega en la ciencia, que le impide ver más allá de sus propias convicciones. Vaya, tenemos en la misma frase las palabras fe, extremista, convicción… y ciencia… mmm, interesante.

          En definitiva, se genera de nuevo un dualismo tan artificial como artificioso, porque muchos tratan de dar tanto peso a las supercherías y religiosidades como al empirismo. En temas como los alimentos biológicos, cultivos transgénicos, la homeopatía,… (los cuales pretendo tratar próximamente) observas la incoherencia mental de seres supuestamente pensantes. Y no son cualquier cosa. Por poner un ejemplo reciente. Remontémonos al año 2011. El cocinero de éxito mundial Jamie Oliver estaba grabando su programa en la BBC inglesa Food Revolution. Si echamos un vistazo a los ratings de audiencia observaremos que varios millones de espectadores esperaban ansiosos su siguiente expresión culinaria de vanguardia, predestinada a marcar tendencia independientemente de su contenido. Tal era el éxito del mismo que en el año 2010 ganó un premio Emmy al mejor “Reality”, siendo nominado (que no ganador, afortunadamente) de nuevo en 2012. Pues bien, a este genio de encefalograma plano no se le ocurrió otra cosa que hablar y confirmar lo inútiles que son sus millones de neuronas, desprestigiando hasta tal punto la evolución del ser humano que me dan ganas de hacerme una operación de cambio de especie. Introdujo un trozo de carne en una secadora, lo roció posteriormente con un limpiador clásico de nuestra casa (llamado comúnmente amoniaco) y dijo que esta era la simulación veraz del tratamiento que se realiza sobre la carne de vacuno de muchos restaurantes de comida rápida como McDonald’s (http://www.youtube.com/watch?v=wshlnRWnf30&feature=player_embedded). Hombre, como cualquier persona con 2 dedos de frente yo le tengo algo de repulsión a los productos que allí se venden, y no los consumo desde hace varios años. Pero perjuriar y hacer uso de la popularidad para transmitir a millones de personas absolutas sandeces debería estar penado por ley. Más aún si tenemos en cuenta las consecuencias que se derivaron de aquel penoso y triste programa.

          Decir que el uso de amoniaco en la tecnología de alimentos es algo ampliamente estudiado y con varias décadas de aplicación y seguridad a sus espaldas. En primer lugar, una parte de la canal del animal (en promedio, casi 6 kilos del peso total por cabeza de ganado) está ribeteada con trocitos de tendón, grasa y demás restos cartilaginosos que en su día el animal necesitaba para, digamos, su “vida diaria”. Por supuesto, son productos que se considerarían de segunda calidad, con el consiguiente descenso del precio y del número de hambrientos congéneres que la comprarían. Para poder aprovechar estos “restos”, Eldon Roth, socio fundador en 1981 de la empresa Beef Products Inc.(BPI) (http://www.beefproducts.com), patentó un procedimiento a través del cual centrifugaba esta “carne de segunda clase” a 41-43 grados Celsius, provocando la licuefacción y eliminación física de principalmente grasa. Inmediatamente le acopló un ciclo de congelación rápida (2 minutos, frente a los 3-5 días que normalmente se utilizaban hasta ese entonces) mediante su sistema Roller Press FreezerTm, obteniendo finalmente lo que se denomina Lean Finely Textured Beef (LFTB) (traducido, carne magra finamente texturizada). En 1993, el departamento de Agricultura americano (USDA), el equivalente a la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y Alimentación (FAO) en Europa, aprueba y verifica la seguridad sanitaria del proceso, permitiendo su comercialización para consumo humano. Tras una serie de repuntes en las alertas alimentarias americanas por microorganismos patógenos en diversos alimentos (principalmente del temido E.Coli O157:H7), BPI se lanza al desarrollo de un sistema que mejore considerablemente la seguridad de sus productos. El éxito de estas investigaciones (es decir, la reducción sustancial de la presencia de dichos patógenos en los productos cárnicos) se sustentó en el incremento del pH de la carne mediante la vaporización del alimento con hidróxido amónico (obtenido de la disolución de amoniaco en agua). Mmm … esto ya me empieza a sonar a lo que J. Oliver, alias “gurú de lo inexistente”, dijo en su pseudoprograma. Pero, ¿eso no es tóxico? Pues no señores. Es más, la cantidad de amoniaco que ingerimos en el alimento podríamos decir que es tan segura como bebernos un vaso de agua del grifo. Incluso podemos encontrar dicho químico en la carne no tratada. (http://www.accessdata.fda.gov/scripts/fcn/fcnDetailNavigation.cfm?rpt=scogsListing&id=27) Entonces, ¿vamos a prohibir comer carne por contener amoniaco? Evidentemente no. Decir además, que es un compuesto que está autorizado para el uso en productos de consumo (http://www.accessdata.fda.gov/scripts/fcn/fcnDetailNavigation.cfm?rpt=scogsListing&id=27) desde 1974, y que provoca únicamente el incremento de los valores amoniacales en el alimento hasta unos niveles absolutamente irrisorios, si los medimos desde el punto de vista de la toxicidad alimentaria. Incorporándolo al proceso de obtención de LFTB previamente a su congelación rápida, y tras la pertinente nueva revisión y aprobación de la USDA y FDA en 2001, ésta se comercializó bajo el nombre de “Ammonia treated - LFTB” (https://www.fas.org/sgp/crs/misc/R42473.pdf) . Sólo por dar algunas cifras, esta LFTB mejorada está presente habitualmente entre un 10-20% de las mezclas con carne no procesada, permitiendo reducir el porcentaje total de grasa en el producto. Es decir, nos hace algo más saludable el consumo de proteínas animales procedentes de ganado vacuno y nos reduce la posibilidad de toxiinfecciones alimentarias. De hecho, según BPI la LFTB es un 94-97% de carne “pura” con lo que su uso en pequeñas cantidades puede aumentar fácilmente el ratio carne/grasa. Para hacernos una idea de lo extendido de su consumo, sólo en Estados Unidos, la cantidad de LFTB anual producida hasta 2012 es equivalente a aproximadamente 1 millón de cabezas de ganado (Assesing the impact of LFTB in the Beef Cattle Industry, Ross Pruit J and Anderson D.P., 2012). En este trabajo, se da cuenta igualmente de los beneficios económicos de su uso, ya que en una mezcla con el 10% de LFTB, ahorramos aproximadamente 10,5 euros por cada 100 kilos de carne (valor relativo euro/dólar de Marzo 2014).

Ejemplo de diferencia de precio entre la carne mezclada con LFTB y la carne "pura"
(Fuente: Assesing the impact of LFTB in the Beef Cattle Industry, Ross Pruit J and Anderson D.P., 2012)
                  Vaya, vaya, vaya. Espera un momento que me aclare. ¿Estamos diciendo que mezclando LFTB con la carne de primera calidad obtenemos un producto más seguro, con menor contenido en grasa y más barato? ¿Es tan bonito como se pinta? Efectivamente, en algunas ocasiones la vida puede ser maravillosa y esta es la realidad. Podríamos igualmente seguir buscando algún punto flaco del procesado y este puede estar el sabor que le confiere. No en vano, a casi todos nos gusta disfrutar del gusto ferroso y jugoso de una buena carne al punto. Pero ni siquiera aquí las evidencias son desfavorables. En un estudio de 2012 realizado por ABC research Laboratories(http://abcr.com/) a petición de la empresa BPI, sacó a relucir que el uso de LFTB en diferentes porcentajes mejora significativamente diversos caracteres organolépticos de la carne “pura” ante las papilas gustativas de casi 100 catadores en un estudio simple ciego. (Evaluation of Consumer Acceptability of Ground Beef Patties Using Consumer Panels, 2012). Semejantes conclusiones extrapolaron los autores de otro estudio (también del 2012) de la Universidad de Arkansas (Incorporation of Lean Finely Textured Beef improved selected quality characteristics of ground beef parties; Moon C.T. et al, 2012) (http://beefisbeef.com/assets/content/606-27.pdf). Y no. No hay conflicto de intereses por parte de sus autores. No os molestéis en buscarlos. Entonces, otra pregunta: ¿por qué ese cretino con licencia de bicicleta que se cree que puede conducir un fórmula 1 llamado Jamie Oliver, realiza semejante esperpento de programa expulsando por su boca necedades sólo comparables a decir en el siglo XXI que la tierra es cuadrada? … Sinceramente, no tengo respuesta. Pero lo que sí es cierto, es que a partir de la emisión de este programa, junto con el rebote y amplificado viral que el triste episodio de Food Revolution originó en los medios de comunicación generalistas americanos (http://www.nytimes.com/2009/10/04/health/04meat.html?pagewanted=all&_r=0) provocó una reacción en cadena de consecuencias macroeconómicas. Para empezar, las anteriormente nombradas cadenas de comida rápida MacDonald’s Corporation, Burguer King Holdings Inc. y Yum! Brands Inc (Taco Bell), en un claro sentido del marketing, dejaron de comprar carne mezclada con LFTB para no ver desprestigiada aún más si cabe su ya de por sí maltrecha reputación. En este caso, no es que estas malignas y conspiranoicas empresas fueran usuarios conscientes de este “terrible” producto para la salud humana (como algunos imagino que pensarían… fácil de decir para mentes inertes), sino que como los mayores compradores de carne a nivel mundial que son, algunos de sus proveedores utilizaban el LFTB. Por otro lado, según la agencia de noticias Bloomberg, (http://www.bloomberg.com/news/2012-04-02/afa-foods-files-bankruptcy-citing-pink-slime-coverage.html) Cargill Inc. y Tyson Foods Inc. (las dos mayores empresas procesadoras de carne de vacuno en EE.UU.) anunciaron un escalado a la baja del uso de LFTB, alegando como causa que los deseos del (manipulado, añado yo) consumidor han cambiado. Evidentemente, en estos periodos de crisis, un pequeño contratiempo puede generar problemas económicos a cualquier organización, y de hecho algunas empresas quebraron. Tal es el caso de AFA Foods, que presentó su expediente de bancarrota en Abril de 2012, como consecuencia de la reducción de la demanda de LFTB. Para hacernos una idea del tamaño de la misma, decir que su nivel anual de ingresos era cercano a los 1000 millones de dólares americanos y tenía en torno a 850 trabajadores a tiempo completo. Poseía activos en bolsa por valor de casi de 220 millones de dólares y una deuda declarada al U.S. Bankruptcy Court de 197 millones de dólares. Por otro lado, la empresa BPI tuvo igualmente que cerrar 3 de sus 4 plantas de producción, echando a unos 700 trabajadores, debido a casi una caída del 80% de sus ventas…. Buff…. vaya panorama, ¿no? Millones de dólares perdidos en bancarrotas, miles de trabajadores en el paro, … Pero eso no es todo. Evidentemente, al no poderse vender el LFTB, el número de importaciones de ganado en EE.UU. se incrementó en parte para compensar la ausencia de ese millón de animales anuales que suponía la producción de LFTB, y en parte por la imposibilidad de escalar al alza la producción de ganado vacuno en un sistema ya de por sí altamente exprimido (Assesing the impact of LFTB in the Beef Cattle Industry, Ross Pruit J and Anderson D.P., 2012).


Como podéis ver, la línea azul muestra el incremento del número de cabezas de Ganado en EE.UU. durante 2012 en comparación con el año anterior (línea discontinua) y con el promedio de los años 2007-2010 (Línea naranja) por culpa de la manipulación informativa que sufrió el LFTB (Fuente: Assesing the impact of LFTB in the Beef Cattle Industry, Ross Pruit J and Anderson D.P., 2012)

                Así las cosas, en cuestión de unos pocos meses, el precio de los cortes de esta carne de segunda con un 33% y un 50% de contenido magro, se desplomó un 46% y un 88% respectivamente, al disminuir su demanda para LFTB. Traducido en dinero, ello supuso unas pérdidas para los ganaderos de en torno a los 80 dólares por cabeza de ganado. Al mismo tiempo, el precio de los cortes de carne de entre un 85% y un 90% de contenido magro (es decir, de alta calidad) se incrementó un 5% y un 4% respectivamente. Como resultado, el precio global de la carne picada de vacuno en el supermercado ascendió en torno al 26% en ese corto periodo de tiempo del 2012 (http://www.cattlenetwork.com/cattle-news/LFTB--Too-important-to-disappear-162789576.html). Y todo porque un iluminado profeta, llamado Jamie Oliver, se olvidó su inteligencia (si es que la tuvo en alguna ocasión) en la guantera del coche.

         “Ya, ya… Muy bien. Pero esto solo ocurre en América. Sabemos de antemano lo sensacionalistas que son los americanos y esto sólo puede pasar allí“. Me aventuro a decir que más de uno y más de dos compatriotas ha podido pensar algo parecido. En fin… tópico entre los tópicos, nosotros los españoles, tan aficionados a una nueva corriente de pensamiento a la que yo denomino “Todología Hispana”, somos tanto o más previsibles como lo pueden ser nuestros amigos estadounidenses. A colación de todo este entuerto de ignorancia informativa y exacerbación de falsedades, resulta que con motivo del 23F de este mismo año 2014 el periodista de investigación Jordi Évole anunció un reportaje en referencia a tan señalada fecha. Lo llamó Operación Palace y en ella se narraba una más que escandalosa conspiración perpetrada desde las más altas instancias político-monárquicas. Vamos, que la diferencia entre su propuesta y la de Santiago Camacho en el programa Cuarto Milenio difería quizá en la forma, pero no en el fondo. Y cuando digo en la forma es porque Operación Palace recogía declaraciones de reputados periodistas de actualidad como Iñaqui Gabilondo o Fernando Ónega, y contaba con la connivencia de algunos políticos de renombre como Joaquín Leguina o Iñaki Anasagasti. Estas son unas fuentes de las que no gozan aún los amigos de Íker Jiménez y nos podrán gustar más o menos, pero le daban un toque serio y confiable al reportaje. A pesar de que nada más finalizar, Évole se apresuró disculparse y a desmentir que lo suyo fue una mera ficción (cosa que el esperpento de Jamie Oliver no hizo porque no sabe de lo que hablaba), le llovieron críticas desde todos los rincones de nuestra querida España. No en vano, más de 5 millones de espectadores se calcula que estuvieron “disfrutando” de su historia. Intentó demostrarnos lo fácil que es manipular una información, y por lo tanto la opinión pública, simplemente teniendo cierta influencia en los medios de comunicación generalistas (¿nos suena de nuevo Food Revolution?)… y efectivamente lo consiguió. Sólo por poner algún ejemplo destacado. En El País (http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/02/24/actualidad/1393274943_808656.html), sus ingenuos opinadores parecía que jugaban al macabro juego de disputarse la exclusividad de fusilamiento al periodista, casi como si estuviéramos en la guerra civil. Interesantes fueron también las reacciones en las redes sociales de muchos personajes de la vida pública. Muchos lo creyeron a pies juntillas y tuvieron que retractarse de sus comentarios depositados en la red social durante la emisión. Algunos otros, al no soportar el ridículo, consiguieron descubrir el modo de borrar sus “credulidades” telemáticas, en una acción que se puede considerar de bastante poca elegancia. Palabras como “patraña”, “embuste” o “engaño” salieron de las bocas de personajes ligados a todas las distintas ideologías de la política española (http://www.espiaenelcongreso.com/2014/02/27/la-casta-contra-evole/). “Claro… es que lo transmite Jordi Évole y hay que verlo (=creerlo)”. Traducido a un lenguaje muy de calle: A ver si alguien piensa por mí y luego repito por ahí como un papagayo lo que he oído en la tele. Apuesto a que también mucho español completamente alienado por la secta todológica hispana, ha pensado (e incluso llegado a decir) más o menos lo mismo. De nuevo, como decía en la anterior entrada, la mediocridad asoma en muchos rincones del país que me vio nacer. Menos mal que el tergiversado embrollo no tardó en ser desmentido porque, si no, ahí tendríamos de nuevo el adulterado dualismo: los pro versión oficial y los pro versión Ébole. Imaginémonos por un momento también que no se hubiera hablado del intento del golpe de estado sino sobre, por poner un ejemplo, los mejillones gallegos. Y que se dijera una burrada hipotética del tipo: Aún hay niveles tóxicos para el hombre del crudo del Prestige en estos animalitos marinos. No quiero ni pensar las repercusiones económicas para una región como Galicia y para un país como España, si las exportaciones del primer productor mundial cayeran sin control por culpa de un bulo esparcido por algún inculto famosos fanático de la ignorancia (el fantasma de Jamie Oliver nos vuelve a sobrevolar).


Bah… qué más da. Si esto no pasa aquí… y además… el empirismo es una fe.